Transparente

Había una vez una princesa que comía zanahorias. Comía tantas que su piel se volvió naranja y en su cabeza brotaban hojas verde oscuro que le caían por su espalda largas y suaves.
La princesa vivía en un castillo construido con estrellas que se posaban de noche, sin ruido, cuando nadie las veía.
Nunca dejaban de lucir.
Y ella soñaba...
soñaba
con
el
Sol.