the life

A veces, cuando me pongo a cocinar, me acuerdo de su boca. Era un a manchita pálida que asomaba por debajo de su nariz. No tenía nada especial. Pero era esa indefinición, esa apagada suavidad, me aniquilaba. Cuando comía, se arrugaba como una pasita y se movía hacia arriba y hacia abajo con un ritmo constante y pausado. Y algo ocurría cuando me besaba. Toda su delicada miniatura se transformaba en agua...