HÉROES

Existe el bien y el mal, lo correcto y lo equivocado, héroes y villanos. Y si somos bendecidos con la sabiduría hay espacios entre las grietas de cada uno por donde escapa la luz. Esperamos silenciosamente esos momentos cuando algo toma sentido. Cuando la existencia sin sentido logra un enfoque y nuestro propósito se presenta. Y si tenemos la fortaleza para ser honestos, lo que encontramos mirándonos es nuestro propio reflejo. Ser testigos de la dualidad de la vida, que cada uno de nosotros es capaz de ambas: la oscuridad y la luz. Del bien y del mal. De cualquiera... o de los dos. Y el destino, mientras va en nuestra dirección, se puede desviar según las decisiones que tomemos.
Por el amor al que nos aferramos, y las promesas que mantenemos.

VEG


El cerdo que se comportaba como un perro

Quinín es un cerdo de un año que vive en Dumbría, Galicia. Su historia ha trascendido a los medios como la de "El cerdo que se comportaba como un perro" y en poco tiempo ha ganado una fama que lo ha llevado a aparecer en varias cadenas de TV y en prensa escrita.Siempre ha sido tratado como su compañera, la perra Tila, con la que juega asiduamente. Ambos obedecen a su cuidador, comen de su mano, y juegan entre ellos y con los niños del lugar que vienen a ver el espectáculo de complicidad, empatía y buena relación que puede establecerse entre especies. El propio cuidador del animal, Antonio Caramés, dice que son "amigos" y quienes le conocen afirman que sólo le falta hablar.
Sin embargo, esta no es una historia con final feliz.
A Quinín le quedan dos semanas de vida, ya que Antonio ha decidido que los jamones que podría sacar de sus 200 kg. de peso son más importantes que su humanización, el valor educativo para los muchos niños que visitan al animal, y el valor simbólico que atesora a través de sus constantes apariciones en televisión o prensa escrita, donde ha conseguido demostrar la sensibilidad, adaptabilidad y socialización de la que son capaces estos animales, tan inteligentes y sociales como desconocidos para nuestra cultura.Antonio tiene la intención de matarlo con sus propias manos.
Ya no es un amigo, es carne fresca.
Desde AnimaNaturalis hemos conseguido el compromiso de un refugio que le garantizaría unas buenas condiciones de vida durante todo su ciclo vital. Pero por desgracia, Antonio ha visto la oportunidad de comerciar con la vida de Quinín y hacer el negocio de su vida. En un principio pidió 300 euros por el animal en concepto de gastos, y se inició una colecta popular entre la gente que resultó conmovida por la historia del animal. Actualmente pide 12.000, cifra que va en aumento con cada aparición en TV de su "amigo", y con el agravante de que dicho dinero se invertirá parcial o totalmente en comprar nuevos animales para repetir la historia.
Ya no es un amigo, es un negocio.

"Mi otro prójimo"

Por: Fernando Vallejo

Durante la segunda mitad del siglo XVIII y las dos primeras décadas del XIX, Maupertuis, Lamarck y Erasmus Darwin empezaron a hablar de lo que hoy conocemos como la teoría de la evolución: que todos los seres vivos, sin excluir al hombre, están emparentados por provenir de antepasados comunes, y en última instancia de un solo antepasado común, la primera célula que dio origen a toda la vida que ha existido y existe hoy sobre la Tierra. En 1859 Charles Darwin (nieto de Erasmus) publicó El origen de las especies para tratar de explicar cómo se origina una especie de otra, el fenómeno de la "especiación", que es un aspecto de la evolución pero no toda la evolución, y postuló para ello el mecanismo de "la selección natural" o "supervivencia del más apto", el cual a mi modo de ver no pasa de ser una perogrullada o tautología, una explicación que no explica nada, como Dios, ni más ni menos, con quien tratamos de explicar lo que no entendemos, aunque sin lograr entenderlo a Él. Pero en fin, repleto de datos de botánica y zoología, El origen de las especies daba la impresión de ser un libro muy científico y su aparición marcó el triunfo de la teoría entera de la evolución, que es lo que aquí me importa. Y es que la evolución biológica es una realidad manifiesta. Compárese usted con un perro y verá: usted y él tienen dos ojos, dos oídos, una nariz con dos orificios nasales, boca u hocico con dos hileras de dientes, un sistema circulatorio con venas y arterias y sangre roja con hemoglobina, pulmones para respirar, un sistema digestivo que procesa los alimentos y los excreta, etc., etc. Y sobre todo, que es lo que cuenta para la tesis que voy a sostener aquí, un sistema nervioso con el que usted y el perro sienten el dolor, el hambre, la sed, la angustia, la alegría, el miedo... Un sistema nervioso, que es el que produce el alma. Y dejando al perro, compare ahora a su mujer con la hembra del chimpancé y verá que los ciclos reproductivos de ambas son casi iguales y que usted está casado con una casi igual, una semisimia parlante que produce óvulos, tiene menstruación mensual, es fecundada en el coito a través de una vagina y pare después de varios meses de gestación por el mismo orificio por el que la inseminaron. Y ponga a una simia y a su mujer a agarrar sendas piedras a ver. Míreles las manos. ¿No se le hacen muy eficaces, muy expresivas, muy parecidas por no decir que iguales? Y míreles las caras, la expresión de las caras. Y por si le quedan dudas, tenga presente lo que nos enseñan la citología y la biología molecular respecto al cariotipo y el genoma: el chimpancé, el gorila y el orangután, o sea los grandes simios, tienen 24 cromosomas; el hombre, tiene 23, pero resulta que uno de los cromosomas nuestros está partido en dos en ellos; los restantes cromosomas son iguales. En cuanto al genoma (o sea el conjunto de los genes que están en los mencionados cromosomas y que determinan quiénes somos, si fulanito de tal o zutanito, si perro o gato), el del hombre y los del gorila y el orangután coinciden en el 98 por ciento, y el del hombre y el del chimpancé en el 99 por ciento. Así nos lo dice la última de las grandes ciencias biológicas, la biología molecular, la de Watson y Crick, la de Avrey, Kornberg, Spiegelman, etc., etc. ¡Carajo! Si no estamos emparentados con los simios, los perros, los gatos, las vacas y las ratas y demás mamíferos (por no ir más allá de la clase Mammalia y ampliar nuestro parentesco al fílum de los vertebrados) tampoco entonces lo están los padres con los hijos, los hermanos con los hermanos, los primos con los primos...
Cinco mil años contados desde el comienzo de la Historia, o diez mil contados desde el comienzo de la agricultura y la ganadería, o cuatro millones contados desde que en forma de australopiteco bajó del árbol, le tomó al hombre descubrir y aceptar que en esencia es un simple animal, una especie más entre los millones de especies que pueblan la Tierra. Para mediados del siglo XX ya a ningún científico le quedaban dudas de que esto es así. El "creacionismo", como se llamó la teoría opuesta a la de la evolución y que sostiene que Dios creó todas las especies inmutables tal como aparecen en el presente y que unas no provienen de las otras, hoy no es más que un feo engaño del pasado. ¿Y por qué se tardó tanto el hombre en descubrir verdad tan obvia? Por creído, por alzado, por pendejo. Por lo mismo que de 1225 a 1274 produjo a Tomás de Aquino, monje obtuso que creía que las moscas nacían por generación espontánea de la carne en descomposición, y que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo formaban una Santísima Trinidad única e indivisible. Y por lo mismo que en abril pasado, un cónclave mafioso y amañado de 115 travestis tomistas y purpurados eligió un nuevo Papa dizque inspirados por el Espíritu Santo. Y si el Espíritu Santo los inspiraba, ¿por qué no lo eligieron entonces en una sola votación y por decisión unánime, y a la luz del sol y no a puerta cerrada? Ah, por eso. Porque la nuestra es una especie cretina y Colombia igual: habiéndosenos esfumado el efímero sueño papal pues no nos dio la medida nuestro don Darío Castrillón Hoyos, hoy sólo nos queda soñar con el mundial de fútbol. Y que lo vamos a ganar es indudable pues tenemos el alma concentrada en las patas.
Yo que nací en el cristianismo (y en su versión católica que es especialmente infame) he aprendido por mi cuenta, y a contracorriente de esa monstruosidad que se disfraza de religión, a querer a los animales y a respetarlos y a no comérmelos y a sentir su dolor, que hago mío. El inmenso dolor, por ejemplo, que me produce leer en El Espectador, en un artículo reciente de Lisandro Duque titulado "El sueño americano de los pollos", que hoy en día en Estados Unidos se sacrifican para consumo humano nueve mil millones de esos pobres animales que se crían hacinándolos hasta la asfixia, cortándoles los picos con tijeras sin anestesia ni analgésicos para que no se hieran unos con otros en sus estrechas jaulas, y sin ver jamás la luz del sol, bajo una luz artificial permanente, de modo que no paren de comer y engordar y crecer todo el tiempo y estén listos para ser sacrificados a los dos meses. O el dolor que me causa encontrarme, en el penúltimo número de esta revista, el reportaje de Gonzalo Mallarino "Un día en la perrera", sobre los 35 mil perros callejeros masacrados durante el último año por el Centro de Zoonosis de Bogotá, cuyo alcalde Lucho Garzón es un hombre tan bueno que para sacrificarse por nosotros aspira a la Presidencia. Y en aras de tan noble fin, puesto que los perros no pueden votar por él los elimina, en tanto a los niños pobres bogotanos les da desayunitos a lo padre García Herreros, tomando muy bien todas las precauciones para que la prensa lo fotografíe a diestra y siniestra y los padres de los niños no se olviden de él el día de las elecciones. ¡Demagogo! ¡Cabrón!
¿Y quién en Colombia ha dicho una palabra ante el horror de esos perros asesinados? Nadie. Nadie ha levantado su voz, todo el mundo calla. Y a quienes hacemos algo por los pobres animales nos lo reprochan como un delito: "¿Y por qué mejor no recoge niños abandonados?", le increpan a uno. Como si quien nos lo reprocha hubiera recogido en su vida uno solo. ¡Qué degradación moral la de Colombia! ¡Qué país más asesino, de hombres y animales! ¡Qué roña de la humanidad es esta mala raza de esta mala patria que salió a su mala madre, España la de los toros, la que despeña cabras en las fiestas populares para diversión de la chusma católica que engulle hostias, que asesina y come como endemoniada animales y los excreta después para contaminar los ríos y los mares. La del reyezuelo Juan Carlos, el zángano, el mantenido, el Borbón tarado, el cobarde que va a Rumania a matar osos a mansalva, digno sucesor de Fernando VII, su antepasado, a quien la España cerril de hace 200 años le gritaba "¡Vivan las cadenas!"
¿Pero qué piedad podemos esperar por los animales si Cristo, el paradigma de Occidente, el modelo de lo que debe ser el hombre, ni los vio? Tenía ojos para ver y no los vio, oídos para oír y no los oyó, un alma para sentir y no los sintió. No le dio su almita estrecha para entender que los animales eran como él y que sufrían como él y para hacer suyo su dolor. En vano buscaremos una sola palabra suya de amor por ellos en los evangelios. No la hay. Creía que Satanás podía meterse en el cuerpo de una culebra o de un cerdo, de donde pretendía expulsarlo. ¡Cómo puede caber un ser malvado en el cuerpo de unos seres inocentes! Si en algún cuerpo estuvo metido Satanás en su tiempo fue en el suyo, o mejor dicho en su alma, en su alma de hombre, y de hombre rabioso y loco. Cristo no fue más que un profeta loco de esos que producía por cargas, hace dos mil años, Israel. Y dos mil años después, tonsurados y fanáticos nos lo quieren seguir haciendo pasar por el dechado de todas las virtudes, el mejor de los hombres. Ningún hombre ha habido más dañino que este que quiso borrar la ley del talión consagrando la impunidad en este mundo, así como ningún animal de la creación entera ha habido más dañino y malo que el hombre. Y sin embargo de todas las especies animales de la creación, nosotros somos los únicos que podemos experimentar el dolor moral, el dolor por el prójimo, que llega a veces a ser tan intenso, tan destructivo, tan terrible como para acabar con toda esperanza.
¿Pero qué se podía esperar de uno que nació en la religión judía, en ese fanatismo perverso que era capaz de sacrificar a un cordero -un humilde animal inocente que siente las cuchilladas y el terror como lo podemos sentir nosotros- en el altar de Dios, que no existe? Dios es una entelequia estúpida, un engendro malvado de la mente humana por fuera de la cual no tiene existencia propia. El cordero en cambio la tiene. Y sangre. Y un sistema nervioso con el que siente el dolor. Y un alma como la nuestra, y si no, entonces tampoco tenemos alma nosotros. El alma es un epifenómeno del cerebro, la luz del foco. ¡Ay Tomás de Aquino, dominico malvado y barrigón, la que sí no tuvo alma fue tu madre que en mala hora te parió! Como no ha tenido alma tampoco nunca tu infame Iglesia.
¿Y Mahoma? ¿Es que acaso vio a los animales esta bestia bípeda lujuriosa que además de la viuda rica con que se casó para explotarla tuvo 14 concubinas y que propagó su religión haciendo milagros pero con la espada, bañando la tierra en sangre? Tampoco los vio. A las mezquitas no entran los perros ni los perros cristianos. Mahoma les impide el paso. Pues bien, a las religiones de este rufián sanguinario y de ese profeta loco de Israel, esto es al mahometismo y al cristianismo, pertenece hoy en día más de la mitad del género humano: tres mil setecientos millones que son musulmanes o cristianos, y que como los judíos que los produjeron, irrespetan a los animales y no les conceden la verdad innegable de que también tienen alma, la capacidad de pensar y de sufrir. Si la tenemos nosotros también la tienen ellos. Lo que sí no creo es que sea inmortal: ni la suya ni la nuestra. El alma es un producto fugaz y perecedero del cerebro, una pesadilla de la materia.
Paisanos: somos como perros, como gatos, como vacas, como ratas... Hasta tenemos sus mismas enfermedades. Las ratas, por ejemplo, nos contagian la peste, pero nosotros a su vez se la contagiamos a ellas. ¡Pobres ratas! Y a los perros les da diabetes, como a nosotros, y sobre todo si les sacamos el páncreas para experimentar y ver si sí les da. ¡Pobres perros! Y les da cáncer, como a nosotros. Y envejecen, como nosotros. Y se mueren, como nosotros. ¿A qué entonces tanta soberbia de esta especie del Homo sapiens excretora, mentirosa y mala? Y perecedera y vanidosa y protagónica y tartufa como Wojtyla, en vida pavo real inflado de desplegada cola policroma y difunto ahora gracias a Satanás o a Dios o a quien sea, y a quien en estos mismísimos instantes en que escribo se lo están comiendo de a poquito, muerto, en el pudridero de los papas, los gusanos. ¡Pobres gusanos! Hoy se están envenenando en la oscuridad de Dios con semejante malvado mis hermanos gusanos.
Somos una especie más entre millones y millones de especies animales, y las diferencias entre nosotros y los restantes mamíferos son insignificantes. A diferencia de los animales hemos desarrollado el lenguaje hablado, el de las palabras, el cual nos da la capacidad exclusivamente humana de mentir. Nos designamos como el Homo sapiens u hombre sabio pero no, somos el Homo mendax, el hombre mentiroso, la mentira es nuestra esencia. En este mes de junio del año 2005, desde esta altísima columna de moral de la revista SoHo que he levantado sobre viejas en pelota, propongo cambiarla por la compasión. Que pasemos a ser el Homo miséricors, el hombre misericordioso. Misericordioso pero no sólo con los otros hombres como propuso Cristo, quien nada vio, sino también con los restantes animales puesto que en esencia son como nosotros. Todos los animales, y no sólo el hombre como propuso Cristo, son nuestro prójimo. Y lo son en la medida de su dolor. Todo el que tenga un sistema nervioso para sentir y sufrir es nuestro prójimo.
Copiado íntegramente de Soho.com.co

ESPERANZA

Peaceable Kingdom (subtitulado castellano)
"Ni toda la oscuridad del mundo podrá acabar con la luz de una sola vela"

hEDREDÓN de hALGODÓN

Ayer rescaté el viejo edredón de algodón de cuando era pequeña. Es troppo ochentas: plagado de jugadores de rugby. Seguro que más de unx tenía uno igual! También rescaté una manta y unas almohadas de las de toda la vida (apuntito estuvimos de tirarlas hace no mucho) y otro edredón de algodón que cogí en la zona de "oportunidades" de esa tienda sueca (Nidea de cómo se llamaba ;) que no sabía ni pa qué lo quería: cuántas cosas he comprado sólo por su "bajo" precio, sin sentido. A propósito de esto, pego aquí un enlace ultrainteresante a la web ConsumeHastaMorir www.letra.org/spip/

Y ya dormí anoche así: sin plumas de algún pobre animal plumero sobre mi cuerpo ni bajo mi cabeza. ¡Qué paz!

Es la vuelta al pasado: más peso sobre tí y más "esfuerzo" para hacer la cama (ese era mi argumento para pasar al edredón: que sólo había que estirar). También la vuelta al pijama (claro que ahora no "compro" un pijama; ahora cojo esa camiseta enorme tan cómoda, esos pantalones con pelotitas que ya no me pongo y esa minisudadera que me da un poco de frío fuera de casa)

Pero bien merece la pena todo esto. La Mamma alucinaba: "!Vas a pasar frío¡; ¿Ahora te ha dado por esto?" Pienso que ya no hay marcha atrás. Una vez comprendes que somos todos animales, que su sufrimiento no vale más que mi bienestar, no se puede mirar a HOTRO lado. ¿Qué hotro lado?
O eso creo yo.

¡Viva dormir en cama de antaño!

Keny Arkana - "La Rage" (con subtítulos en castellano)

"La lucha es como un círculo, se puede empezar en cualquier punto pero nunca termina" Comandante Marcos

III


Una república esta fundamentada en el "imperio de la ley" y no en el "imperio de los hombres". Una república es, de este modo, independiente de los vaivenes políticos, no compatible con tiranías, monarquías ni democracias, y en el cual tanto los gobernantes como los gobernados se someten por igual a un conjunto de principios fundamentales normalmente establecidos en una constitución.

Un kaso de tantos

Contiene imágenes duras (porque son reales)

A las 5 de la tarde


Labios


Boca


TRES


Crujir de vanidades


volando voy


El Sida

¿Por qué no utilizamos condón? ¿Por qué pensamos que no nos tocará? ¿Por qué creemos que con quien nos acostamos no puede tener? ¿Qué es lo que nos impide ser conscientes del peligro? ¿Es sólo porque "se siente más"? ¿Nos da vergüenza? ¿Sentimos miedo al rechazo por querer hacer algo que puede disturbar? ¿Creemos que no valemos suficiente la pena? ¿Queremos autodestruirnos?
Todo comienza en una misma

YA me CANSÉ de BUSCAR donde NO hay

¿Y dónde has estado buscando?

En montañas sin fuego y en aguas sin fe.

Último discurso de Salvador Allende

9:10 A.M.
Seguramente ésta será la última oportunidad en que pueda dirigirme a ustedes. La Fuerza Aérea ha bombardeado las torres de Radio Postales y Radio Corporación. Mis palabras no tienen amargura sino decepción Que sean ellas el castigo moral para los que han traicionado el juramento que hicieron: soldados de Chile, comandantes en jefe titulares, el almirante Merino, que se ha autodesignado comandante de la Armada, más el señor Mendoza, general rastrero que sólo ayer manifestara su fidelidad y lealtad al Gobierno, y que también se ha autodenominado Director General de carabineros. Ante estos hechos sólo me cabe decir a los trabajadores: ¡Yo no voy a renunciar! Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo. Y les digo que tengo la certeza de que la semilla que hemos entregado a la conciencia digna de miles y miles de chilenos, no podrá ser segada definitivamente. Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos.
Trabajadores de mi Patria: quiero agradecerles la lealtad que siempre tuvieron, la confianza que depositaron en un hombre que sólo fue intérprete de grandes anhelos de justicia, que empeñó su palabra en que respetaría la Constitución y la ley, y así lo hizo. En este momento definitivo, el último en que yo pueda dirigirme a ustedes, quiero que aprovechen la lección: el capital foráneo, el imperialismo, unidos a la reacción, creó el clima para que las Fuerzas Armadas rompieran su tradición, la que les enseñara el general Schneider y reafirmara el comandante Araya, víctimas del mismo sector social que hoy estará en sus casas esperando con mano ajena reconquistar el poder para seguir defendiendo sus granjerías y sus privilegios.
Me dirijo, sobre todo, a la modesta mujer de nuestra tierra, a la campesina que creyó en nosotros, a la abuela que trabajó más, a la madre que supo de nuestra preocupación por los niños. Me dirijo a los profesionales de la Patria, a los profesionales patriotas que siguieron trabajando contra la sedición auspiciada por los colegios profesionales, colegios de clases para defender también las ventajas de una sociedad capitalista de unos pocos.
Me dirijo a la juventud, a aquellos que cantaron y entregaron su alegría y su espíritu de lucha. Me dirijo al hombre de Chile, al obrero, al campesino, al intelectual, a aquellos que serán perseguidos, porque en nuestro país el fascismo ya estuvo hace muchas horas presente; en los atentados terroristas, volando los puentes, cortando las vías férreas, destruyendo lo oleoductos y los gaseoductos, frente al silencio de quienes tenían la obligación de proceder. Estaban comprometidos. La historia los juzgará.
Seguramente Radio Magallanes será acallada y el metal tranquilo de mi voz ya no llegará a ustedes. No importa. La seguirán oyendo. Siempre estaré junto a ustedes. Por lo menos mi recuerdo será el de un hombre digno que fue leal con la Patria.
El pueblo debe defenderse, pero no sacrificarse. El pueblo no debe dejarse arrasar ni acribillar, pero tampoco puede humillarse.
Trabajadores de mi Patria, tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo en el que la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor.
¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores!
Estas son mis últimas palabras y tengo la certeza de que mi sacrificio no será en vano, tengo la certeza de que, por lo menos, será una lección moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición.